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Autor:
Anónimo.
Título: ANOCHE, EN BRETÓN.
LA VELADA DE LA
TUNA UNIVERSITARIA
SALMANTINA.
Publicación:
Museo Internacional del Estudiante, 2009.
Ver. original:
La Gaceta Regional.
Fecha:
Miércoles, 10 diciembre de 1930,
p. 8.
Se celebró anoche, en
el teatro Bretón, la velada de la Tuna Universitaria Salmantina.
El teatro ofrecía un
admirable aspecto, contribuyendo a ello las encantadoras muchachas, que
con su gentilísima presencia realzaron este animado acto.
Una de las plateas,
adornada, con la bandera de la Tuna, estaba ocupada por las presidentas,
las bellísimas y distinguidas señoritas Laura Maldonado, Conchita Coca y
Carlota Aparicio. La otra presidenta, señorita Margot Foxá, no pudo
asistir por encontrarse en Zaragoza.
En palcos, plateas y
butacas vimos a las familias de los señores Poladura, Bardají, Borrego,
(don D.), Clairac, Lunar, Maldonado, Mezquita, Blanco Cobaleda, De la
Concha, Vargas, Longueira, Coca, Infante, García, Sánchez, Santos Allén,
Bernardi, Vázquez de Parga, García Blanco (don Andrés), Diéz Ambrosio,
Barcala Moro, Mirat (don Gregorio), Veiga, Corbo González, Corona, Orús,
Reymundo, Villalobos, Sánchez de la Peña, Secall, Sexma, Madrazo,
Sánchez del Campo, González (don Agustín), Fernández Dans, García Coca,
Jarrín, Rasa Alpón, y muchas más, cuyos nombres nos fue imposible
recoger.
La presentación de los
tunos estuvo a cargo del catedrático de esta Facultad de Medicina don
Andrés García Tejado.
DISCURSO DE DON ANDRES
GARCIA TEJADO
Al fondo del escenario,
los tunos. Cliché archisabido: ropas negras, lazos de los colores
facultativos, testas juveniles. La palidez caña de las guitarras, el
tono brillante de los violines, el tintineo argentado de las panderetas.
Una semicircunferencia de juventud, una fila cerrada de aprendices de
vida y cultura que se creen tunos. Y de pronto se entreabre la formación
y aparece don Andrés García Tejado.
La costumbre
tradicional se cumple este año cumplidamente. El profesor que va a
presentar a los tunos estudiantes, es gran sabedor. De libros, de la
vida. Tuno viejo. Bajo la calva reluciente, recuerdos de sus andanzas
trapisondiles de estudiantón. Viejo estudiante. Salmantino ciento por
ciento. Agudo, discreto, inteligente. Juvenil siempre: estudiante de por
vida. He aquí un acierto de los tunos de 1930: acudir a un tuno de hace
cuarenta años, sabidor por tuno y por estudiante, gran apasionado de la
vida, hombre capaz de vestir frívola y juvenilmente las ideas más
enjundiosas.
¿Y qué dice don Andrés?
El orador se encara
ante el público y conserva plena su tranquilidad. Sabe muy bien escoger
sus frases. Hay en el teatro docenas de muchachas bonitas: resaltan las
presidentas. Pero don Andrés sabe cómo hay que tratar a cada público. Y
sin ponerse trascendental, animado siempre, preciso, desliza unos
motivos irónicos sobre la estudiantina, unas palabras de suave patetismo
para sus años mozos. También, unos conceptos madrigalescos, de
paternalismo condescendiente para las muchachas que llenan la sala y que
a poco esfuerzo ven en el profesor, al estudiante que fue y que supo
serlo con hombría, sin ser pedante y sin rendir culto a los varios
lugares comunes que los lerdos llenan de egoísmo.
Primero un cuento. ¿A
usted quién le presenta? Nadie, por que ahora me voy. Es decir: vengo a
presentaros a la Tuna de 1930, igual en móviles, en aspiraciones, a la
de ayer, a la de hace décadas. Y casi podría irme, dichas estas palabras
- afirma el orador -. Pero en el programa se dice que esto corre a mi
cargo. Nada menos enojoso, ni más grato que el dar la mano a la
juventud, para asomarla unas veces a la perspectiva árida de la Ciencia,
otros - como ésta a un escenario de pasatiempo artístico y frívolo.
Os voy a presentar
estos tunos, prosigue D. Andrés, que como todos hicimos ejecutarán
diversas composiciones. Llevan en el gorro tradicional la cuchara del
sopista. Bien sabéis lo que ello quiere decir. No temáis que apele a la
historia, para aludir estas cuestiones. Dejaríamos inservible el
veronal.
Dos cosas a modo de
advertencia: no soy orador: no os daré la lata.
Estos jóvenes vienen a
nuestra Salamanca persiguiendo ideales: el de la ciencia: el del amor,
quién sabe si el de las ambiciones políticas. De los dos primeros no es
necesario hablar. Todas las generaciones estudiantiles los sintieron.
Pero aludamos a la inquietud por los problemas del país. Es plausible
que los partidos quieran acaparar a la juventud. Pero la de hoy,
acuciada por la vida, sabe más que la nuestra. No es, no, partidaria de
la perturbación, del desorden. Los jóvenes de hoy son reflexivos: valen
más y saben más que cualquier anterior generación, incluso la del 98.
Cuando abandonen
Salamanca, se llevarán más el recuerdo de horas como ésta, que no el
pesado de la cátedra, donde tal vez invirtieron su tiempo en componer
cantares o en sacar motes al profesor. Serán actos como éste, iluminados
de sonrisas bellas, los que recuerden con fruición, allá cuando de
viejos repasen el balance de sus vidas.
Es natural que la
tendencia de la juventud sea emotiva, sentimental. Tal vez por eso
pensaron hacerme este año su introductor, más por tuno viejo que por
profesor.
Los viejos que suponen
su juventud superior y más feliz a la actual son unos equivocados.
En cuanto a vuestra
tarea docente, no os olvidéis trabajar, mas concediendo discretamente a
la juventud lo suyo.
En cuanto al público,
amigos tunos, de él os diré que es benévolo y comprensivo para vuestras
habilidades.
Censura el orador a los
que quisieron separar el campo de la ciudad y entregar Salamanca al
campo, afirmando que en la armonía de los dos valores complementarios,
la Universidad debe conservar su rango y su prestigio, para bien de
campesinos y ciudadanos.
Canta la belleza de las
salmantinas, de la que las presidentas de la Tuna de 1930 son ejemplo
jocundo e insuperable y desea a los tunos grandes triunfos en su
expedición artística fuera de Salamanca.
El señor García Tejado
fue muy aplaudido. La impresión que aquí damos es un débil reflejo de
su breve y sagaz oración.
El presidente de la
Tuna, alumno de la Facultad de Ciencias, pronunció las siguientes
palabras:
Empezaré saludando a
nuestras bellísimas presidentas, agradeciendo el honor que nos hacen
asistiendo a este acto; al mismo tiempo hago extensivo mi saludo y
agradecimiento a este tan distinguido público y al señor García Tejado,
que con la amabilidad en él característica, aceptó nuestros ruegos para
hacer nuestra presentación.
Pido un poco de
indulgencia para mis pobres palabras (mucho más cuando tengo el
atrevimiento de digíroslas después de haberlo hecho tan magistralmente
el señor García Tejado, y suplico tengáis en cuenta que, dada la índole
de mi carrera (Ciencias Químicas), me sería mucho más fácil, y como dijo
mi ilustre profesor señor Rivas, agitar masas en un tubo de ensayos que
conmoverlas un poquito en un teatro.
Hace muchos días, en un
suelto publicado por “A B C”, decía el periodista (con mucho acierto)
que la Universidad salmantina es algo más que Universidad, es un
símbolo, como lo son la torre Eiffel, de París, las célebres góndolas
Venecianas, etcétera.
Y como orgullosos de
pertenecer a la gloriosa Universidad, queremos que este símbolo sea
perfecto, para el cual dimos brillo a una de sus facetas, organizando la
Tuna, que continúa su labor con el mismo calor con que nació, un día, en
torno a una mesa de café.
Es de alamar el interés
de los muchachos que la forman, que conscientes de la importancia de su
papel, ponen en su ejecución todo su ánimo y buen deseo para poder pedir
más tarde un aplauso.
He dicho pedir y,
efectivamente, esta es la verdadera expresión, “pedir”. El estudiante
siempre ha pedido; el símbolo de la cuchara en el gorro nos recuerda
que el antiguo estudiante, el estudiante del siglo XV, pedía sopa a la
puerta de los conventos. Nosotros ya no pedimos sopa, porque el sentido
práctico de los tiempos modernos ha hecho también de nosotros,
negociantes, y buscadores del oro, pero aún nos quedan sentimientos
nobles y pedimos: ¡Ciencia y Amor!
La ciencia nos la da
nuestra “Alma Mater”, nuestra Universidad y nuestros profesores, y el
amor ¿No es lógico, lindas mujercitas, esperando de vosotras?...
He dicho.
Seguidamente tuvo lugar
la imposición de corbatas a la bandera por las presidentas, siendo éstas
aplaudidas por el numeroso público que llenaba la sala.
A continuación, el
joven abogado don Ildefonso Grande, recitó, de manera admirable, un
fragmento del drama de Dicenta: “Son mis amores reales”, y el brindis a
Salamanca, de la Bejarana, escuchando a su terminación grandes aplausos.
Terminó la primera
parte del programa interpretando con gran perfección y maestría, los
escolares señores Oliva, Grande Barrera y Casero, Ramos y Río, las
siguientes obras, teniendo que repetir algunas de ellas:
“Trago amargo” (tango).
“Entrerrianas” (vals uruguayo), “Mulher ingrata” (fado), “Czardas” (Monti),
“Lamento Indio” (Rimsky Korsakof), siendo muy aplaudidos.
En la segunda parte se
representó el sainete “Los Veteranos”, por estudiantes pertenecientes a
la Tuna, que gustó mucho al público.
Tomaron parte en la
representación de “Los Veteranos”, los estudiantes Raniero González,
Antonio del Río, Enrique Sánchez García y Ramón Ramos.
Como fin de fiesta
interpretaron los tunos, con gran acierto: “A la Tuna”, y cuyo autor es
el joven compositor salmantino Castor Pollo, que es el que ha dirigido
esta agrupación; “Garufa”, (tango); “Caricias de primavera” (vals):
“Baila, Garboza” (zambra moruna); “Sevilla”, Albéniz, y una jota
aragonesa, consiguiendo arrancar grandes aplausos al finalizar todas las
piezas.
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NOTA: Artículo
procedente de investigación original inscrita con el número SA-120-02 en
el Registro de la Propiedad Intelectual. La presente edición ha sido
normalizada y corregida para evitar el uso no autorizado de la misma.
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