
Autor:
Anónimo.
Título: A LOS ESTUDIANTES PORTUGUESES.
Publicación:
Museo Internacional del Estudiante, 2009.
Ver. original:
El Combate.
Fecha: Domingo, 25 de febrero de 1900,
p. 3.
Salud, estudiantes
portugueses. EL COMBATE os saluda y hace votos porque en vuestros
corazones no se extinga jamás el cariño que demostráis a esta Nación
hermana, tan desgraciada y pobre como la vuestra, por ser los feudos de
odiosas tiranías.
Jóvenes hoy, mañana
quizá seréis los llamados a regir los destinos de vuestra patria.
Pues bien; en vuestros alegres viajes, estudiad y reflexionad
un momento lo que son las naciones, que, como las nuestras, sienten el
yugo de las monarquías.
Vuestra querida patria
vive esclava de una potencia europea insaciable y soberbia cual
ninguna, y que al presente recibe el merecido castigo a que es
acreedora por su desmedida altivez e injustas pretensiones de erigirse
en reina del mundo; y para que su altanería resulte más castigada, no es
otra nación la que le hace frente, sino un pequeño Estado, una pequeña
República, un puñado de hombres que llevando por escudo la razón de su
causa y por lema la santa libertad e independencia, enseñan al mundo
entero cómo se pelea cuando en la bandera del combate se ostenta el
hermoso lema republicano; Cuando así se lucha podrá uno ser vencido,
pero no humillado y siempre haciendo pagar muy cara la victoria al
enemigo.
La nuestra, o sea esta
querida España, que hoy vosotros visitáis, sigue el mismo camino; está
reducida a sus fronteras; apenas le queda un pedazo de tierra allende
los mares donde izar su bandera, y hoy vive despreciada y olvidada por
las potencias, que en otros tiempos nos miraban con respeto.
Pero, en cambio,
observad a la otra hermana nuestra, a la republicana Francia, y veréis
que a pesar de los esfuerzos de sus enemigos, vive próspera y feliz y
haciéndose respetar en cuanto vale por las demás naciones.
¿Qué enseñanza se
deduce de este ligero parangón?
Sencillísima y de
incuestionable verdad. Naciones en que el jefe del Estado no depende de
la elección del pueblo, sino del azar del nacimiento, son naciones sin
fe, sin entusiasmo y sin vida, son naciones muertas.
Pues bien, jóvenes
portugueses; que seáis los hombres de mañana formando la avanzada de la
República portuguesa, para que, instaurada también en nuestra España,
podamos, puestos de acuerdo con la querida convecina Francia, darnos un
fraternal abrazo, y al sacudir el yugo que nos ahoga, gritar con todo el
entusiasmo:
¡Viva la Federación
Ibérica!
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NOTA: Artículo
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