
Autor:
Anónimo.
Título:
LA ESTUDIANTINA VALENCIANA EN
SALAMANCA.
Publicación:
Museo Internacional del Estudiante, 2009.
Ver. original:
El Adelanto.
Fecha:
Miércoles, 1 de marzo de 1905,
p. 1.
Los estudiantes valencianos dedicaron la mañana y
parte de la tarde de ayer a hacer varias visitas a distinguidas
familias, obsequiándolas con preciosas paletas pintadas.
A las seis se celebró la recepción en
El Ayuntamiento
A las seis de ayer tarde visitó la Estudiantina
Valenciana la Casa Consistorial, siendo recibida por el Alcalde, señor
Díez, al que acompañaban los concejales señores Villar, Martín Benito,
Esteban Polo, García y García, Durán y Juárez.
El señor Alcalde dirigió a los estudiantes breves
y elocuentes frases dándoles la bienvenida, y dedicó un recuerdo
cariñoso al señor Pérez Pujol, salmantino ilustre, que fué Rector de la
Universidad de Valencia.
Fue muy aplaudido.
Los estudiantes fueron obsequiados con dulces,
licores y cigarros.
La Estudiantina ejecutó, admirablemente, varias
de las piezas de su repertorio, y la visita resultó cordial y sincera.
En la Universidad
Como oportunamente anunciamos, a las siete de
ayer tarde se celebró, en el Paraninfo de la Universidad, la velada
literaria en obsequio a los estudiantes de Valencia.
El Paraninfo presentaba hermoso aspecto.
Muchas y muy distinguidas señoritas acudieron a
la fiesta, dándola mas realce.
El amplio local estaba completamente lleno de
gente, entre la que se veían distinguida personalidades.
Ocuparon la mesa presidencial el señor Rector,
don Miguel de Unamuno, teniendo a su derecha al señor Gobernador civil
de la provincia y al decano de Ciencias don Eduardo Nó, y a su izquierda
al Alcalde de Salamanca, señor Díez, al profesor de la Universidad,
señor Bedmar, y al decano de Medicina, señor Segovia.
Al entrar la Estudiantina Valenciana en el
Paraninfo, se le tributa estruendosa ovación, acompañada de frenéticos
vivas a Valencia.
Da principio a la velada con la ejecución de
L’ entra de la murta, por la Estudiantina, que es premiada con
aplausos continuados.
El señor Villegas, presidente de la Academia
Médico-Escolar, leyó unas bien escritas cuartillas abogando porque los
estudiantes hagan una fuerte unión, visitándose unos a otros más a
menudo. Saludó, en nombre de todos sus compañeros, a los de Valencia, y
el público le tributó entusiasta ovación.
El señor Chamón, secretario de la forastera
«Tuna» lee también un bonito discurso enalteciendo la caridad y
saludando al público salmantino.
Al terminar su disertación el señor Chamón, entra
en el Paraninfo el orfeón de la Federación Obrera, que dirige el señor
Reñones, y la concurrencia, en pleno, le tributa entusiastas aplausos
por espacio de algunos minutos.
La Estudiantina Valenciana ejecutó la Serenata
Española y después el señor Sánchez Rojas, presidente de la Academia
Jurídico Escolar, lee unos párrafos muy bien pensados, que le son
frenéticamente aplaudidos repetidas veces.
Abogó porque se trabaje por la unión de todos los
estudiantes de España, diciendo que los salmantinos tienen alma grande y
siempre están al lado de los valencianos.
Hemos traído aquí nuestras mujeres – dice –
porque ellas hacen grata la vida escolar. Los obreros también están con
nosotros, ahora y siempre, como lo han demostrado en difíciles y
críticas ocasiones.
Terminó saludando a los forasteros. La ovación al
señor Sánchez Rojas fue tan justa como merecida.
El obrero Juan Noreña habla después y dice que
para él, trabajador, le es difícil pronunciar una sola palabra en aquel
sitio, lugar de la ciencia.
Proclamó la unión entre los obreros intelectuales
y manuales, y se puso a disposición de los estudiantes valencianos.
Dirigiéndose al señor Rector, Claustro de
Profesores y autoridades, dijo que los obreros están dispuestos a
trabajar por las glorias y el engrandecimiento de nuestra Universidad.
El discurso de Unamuno
Saludado con
estruendosas salvas de aplausos, el señor Unamuno comenzó su discurso
dedicando sentido y cariñoso recuerdo al profesor señor Rodríguez, que
se hallaba de cuerpo presente, y que siempre había sido tan bondadoso
como exacto cumplidor de sus cargos.
Y cumplido este deber,
bueno que afrontemos los contrastes de la vida y que después de rendir
el merecido tributo de cariño a los que en la lucha perecieron,
continuemos nosotros peleando.
También hizo delicada
alusión a los escolares muertos el 2 de Abril.
Dirigiéndose a los
estudiantes valencianos, dijo que le agradaba que viajaran en busca de
ilustración, recibiendo impresiones de arte que habían de fortalecer su
espíritu.
Mejor es eso que andar,
como acostumbran ahora otros estudiantes, trashumando de Universidad en
Universidad para buscar los sitios donde más fácil es alcanzar el
anhelado aprobado.
Vuestro viaje, añadió,
tiene además otra gran ventaja: la de apartaros del sedentarismo que va
distinguiendo a España, en la que los jóvenes se crían demasiado
enmadrados y apegados a las faldas de las que le dio el ser, pasan la
edad en que debían probar sus fuerzas para la lucha por la vida.
Decía Camoens, y
debemos repetir nosotros, que todo el mundo es patria para el fuerte y
así como los romanos, cuando abandonaban su país natal, llevaban consigo
un puñado de la tierra en que sus padres recibieron sepultura, para que
les recordara a los autores de sus días, así nosotros, con el corazón
henchido de los recuerdos de la patria antigua debemos luchar para hacer
la nueva.
No conozco a Valencia
sino por los sentimientos sublimes que ha inspirado a uno de sus hijos,
al gran poeta Querol, que en versos magistrales canto las excelencias de
su patria.
Leyó unos hermosos
versos del poeta valenciano, que fueron aplaudidísimos.
No creáis, continuaba
Unamuno, que ha sido solo por hablar de Valencia por lo que he recordado
las hermosas estrofas de Querol. No. Es que quería, así como otros
oradores beben agua para refrescar su paladar, enjugarme la boca con
versos para ver si consigo que mis siguientes palabras encierren algo de
poesía.
¡Y cuán necesaria es la
poesía en la vida de hoy, aplastada bajo el peso de un positivismo
grosero y brutal!
Proclámase el triunfo
de lo tangible, de lo vulgar, y no recuerdan los que despreciando la
poesía que es ésta la flor de la vida, y que acaso las flores sean lo
más preciado de todas las plantas.
Venís de la ciudad de
las flores, de la ciudad en que todo canta, hombres y plantas, pero
también donde más se lucha.
Y es natural. Quien
lucha canta, y la mano que más fuerte hiere en la pelea es la que
después pinta, escribe o esculpe con mayor seguridad.
Dios os libre de caer
en manos de los débiles, pues todos son crueles.
Lo mejor que puede
apetecerse, y yo deseo para vosotros y para mí, es que vayáis, desde la
cuna al sepulcro, llevados por la mano fuerte y omnipotente del Creador,
que es el luchador más perfecto.
Es Valencia la ciudad
de las flores, y la ciudad de las flores es Salamanca.
Tenéis en aquella las
naturales, las que matizan y perfuman la campiña, y poseemos nosotros
las de piedra, doradas por el tiempo.
Aquéllas cantan la
grandeza de la naturaleza y éstas las esperanzas del porvenir y los
recuerdos del pasado.
Pero aquí, en esta
ciudad donde la mayoría de las casas están hechas con ruinas, y la
mayoría de los jardines con cementerios, hay el peligro de que en vez de
cantar, durmamos.
Otra cosa tiene que
agradecer Salamanca a Valencia. Poseemos un cuadro admirable, la hermosa
Concepción del inmortal Rivera, y somos muchos los que en ella
refrescamos nuestro espíritu y lo endurecemos para contemplar otras
visiones que, a pesar nuestro, tenemos que percibir.
Vais a Portugal, y a
poco que os fijéis habéis de observar cuan sensible es el mutuo
desconocimiento, sino es el mutuo desprecio que existe entre ambos
pueblos.
Ni nosotros conocemos
su literatura ni ellos la nuestra; el arte de ambas naciones no vive
paralelamente, y no cantamos las epopeyas que, en los mismos sitios y
por idénticos ideales, realizamos españoles y portugueses.
Después de la derrota
de ambos pueblos, nació en Portugal el sebastianismo, especie de sueños
mesiánicos llenos de poesía; en España no tenemos ni eso.
Lleváis a Portugal
música, lenguaje sublime y universal, que une a los hombres, y que tiene
la inmensa ventaja de no servir para nada. Y esto es hermoso en esta
edad en que abundan los beocios groseros y materialistas que consideran
el arte como algo inferior, digno sólo de ocupar breves momentos de su
vida. No lo comprenden.
Yo espero que llegará
un día en que cada piedra sea una nota y cada pensamiento una melodía, y
en el que, hecha la concordia universal, cada idea sea considerada como
una nota, y se respete como verdadero todo pensamiento que dé aliento a
un corazón, frescura a una vida.
Saluda el orador a los
obreros que ya saben pueden contar con él.
No creo en esas
distinciones que se hacen entre trabajadores manuales e intelectuales y
afirma que tanta inteligencia se necesita para colocar un ladrillo como
para buscar la etimología de una palabra.
Dirigiéndose a las
señoras que ocupaban el Paraninfo dice que va a saludarlas, aunque algo
cohibido por la mano mala que, según dicen, le acompaña en esto. Unas
veces me han llamado duro, otras poco galante.
Y debe ser porque yo,
respeto y admiro a la mujer, me indigno cuando la veo, como un ídolo,
colocada en un altar de talco en la que se la embrutece a fuerza de
incensarla.
Yo os deseo que las que
tenéis maridos los conservéis, y las que sois solteras os caséis con
hombres buenos y fuertes, que en sus brazos luchadores os lleven al
hermoso retiro de un hogar tranquilo, hecho con el esfuerzo de su alma.
El señor Unamuno
pronunció un admirable discurso, del que los anteriores apuntes pueden
dar solo una imperfecta idea, y escuchó grandes y entusiastas aplausos.
Al terminar fue muy
felicitado.
El orfeón cantó El
adiós del recluta y la Serenata de invierno con mucha
afinación, poniendo fin a la fiesta la Rondalla con los Aires
Valencianos que fueron magistralmente ejecutados.
En el Pasaje
La Junta directiva de este Casino preparó para
anoche un baile en obsequio de los estudiantes valencianos que resultó
brillante.
Materialmente era imposible dar un paso por el
amplio salón.
La concurrencia fue numerosísima. Pocas veces
hemos visto el Pasaje como anoche.
Al entrar la Tuna Valenciana en el salón es
recibida con estruendosos aplausos y vivas, que son contestados por los
jóvenes levantinos.
Estos interpretaron muy bien algunas piezas de su
escogido repertorio, siendo obsequiados espléndidamente por la Junta del
Casino.
El elemento joven rindió culto a Terpsícore hasta
las dos y media de la madrugada, saliendo todos muy complacidos de la
fiesta.
Los estudiantes valencianos están muy agradecidos
por los obsequios de que han sido objeto.
____
NOTA: Artículo
procedente de investigación original inscrita con el número SA-120-02 en
el Registro de la Propiedad Intelectual. La presente edición ha sido
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